18.6.09

Dime cuánto sabes de la muerte y te diré cuánto has vivido.

Pues yo de la muerte sé muchas cosas le dijo el doctor. Sé que cuando mueres pues el cuerpo se descompone, las vías respiratorias tienden a secarse y por lo tanto el cuerpo no tiene cavidades para oxigenarse, la piel se seca, se pierde el líquido, el cuerpo despide un olor nauseabundo y en teoría, mueres.

Pero estaba yo escuchando esa discusión cuando de pronto intervino el abogado para hablar de los bienes y la herencia, ya a ese no le hice mucho caso, me aburrió.
No estaba invitado a su discusión controversial pero siempre a uno se le da por meterse en las cosas de los demás y les dije.

Yo sé de la muerte cosas que ninguno de ustedes sabe, sé que pasa todos los días por mi ventana a advertirme que está allá afuera rondando. También sé que los anda asechando, sólo que ustedes no saben. Sé de la muerte más que de la vida y pensar que yo de verdad no estoy viviendo.
Yo recuerdo que vivía antes cuando era joven, cuando sonreír no me costaba nada y aún tenía ganas de ser feliz, cuando en ese momento no dejaba que la vida me pateara y si lo hacía que fuera de impulso, que fuera como un espejo para mirarla sonriendo y que esta me sonriera igual.

Recuerdo que vivía cuando soñar era mi más grande maravilla, no como ahora que es lo que más anhelo. Uno de esos días se me ocurrió salir a caminar, sentir el viento sobre mi cara, era Él que me estaba tocando; ver las hojas de los árboles moverse, era Él que me estaba mirando, desde ahí, desde lo alto.

Entonces uno me dijo, pero si tú estás vivo… estás respirando, qué irónico.
Irónico pero cierto verdad? Que algo que está frente a tus ojos sea a veces tan invisible, que Dios que está entre nosotros esté siempre tan disponible y que muchos, ni lo reconozcan.
Pero en fin, ese no era el asunto, la persona que hizo la pregunta me respondió y dijo que yo estaba completamente equivocado porque la vida era la vida, y la muerte era la muerte, que ese era nuestro final. Pero ese pobre joven no sabía lo que decía, es que nunca escuchó “Yo estaré con ustedes para siempre hasta el fin de los tiempos”.

De todas maneras sé que estoy bien, sé que la vida no me ataca, mas bien me ama. Quiero vivir cada día como si fuera el último, quiero ver mi sonrisa en el espejo y recordar que es a mí a quien sonrío, quiero ver la vida en los demás para que ellos la vivan conmigo y por último quiero y para siempre deseo, ser un recuerdo no vano y verdadero, que nunca muera y que sobreviva para toda la vida, en la eternidad de tu corazón.