Se sabía que todo coincidía, sí. Que cualquier otra cosa que hubiese pasado habría enturbiado su destino.
Tenía en la palma de la mano un Abril de antaño, un cuervo y llagas en el corazón, un iracundo beso en el pecho y en el alma una ligera canción que prometía versos, desvelos profundos de amor.
- Dice que sus ojos del cielo se enamoraron, que surcaron mares en búsqueda de su voz, que gritaron tormentos en su propio oído pero su alma herida y muerta de nuevo nació, desde el infierno subió.Yo no sé desde cuándo, digo, ella sabe sentirse así. Y es que la verdad, la verdad solo la sabe el cielo, solo esos que la vieron renacer desde el dolor. Porque su alma estaba podrida, estaba inundada de dolor, carcomida por el viento, por ese aire ácido que envenena la piel.
- “Amanecí en tus ojos y me di cuenta de que nada más es eterno, solo tú”Y desperté. Claro lo dije, claro. ¡Fuerte y claro! Esta vez, al fin amaneció, dejé de vivir en ese invierno perpetuo y desperté. Mi vida se animó, se llenó de noches de piel en luna llena y abrazos al amanecer. Y he de admirar ese arte que columpia, que mueve sus dedos de lado a lado y, cual estilógrafo, crea momentos que en mi imaginación antes ni existían. Y crea vida, y puedo encontrar más allá del alma, la complejidad de la belleza de su amor.
- “Los ojos son el espejo del alma”Mírame, mírame que no me quiero perder un segundo de ti. Quiero eternidad, prometo mi eternidad.