27.7.14

You don't have to put on the red light, those days are over

Cada vez que recuerdo cómo me fui y vine, se agregan emociones y distintos sentimientos a esta, probablemente, única anécdota interesante y feroz en mi vida.

Imagínate que hoy te despiertas con un dolor tremendo, es raro, porque ayer te fuiste a dormir súper feliz y hoy no puedes ni siquiera ver la luz.
Vas a la cocina casi sin abrir los ojos y le pides (llorando) a tu mamá que por favor te lleve al doctor.

Han pasado 20 minutos desde que despertaste y ya estás en emergencias, el único sentimiento que supera al dolor es el miedo, (oye, pero cuando yo tenía miedo le agarraba la mano a… ok ya no, Vivi anda en otra) y el doctor te inyecta un millón de cosas y dice que el dolor ya pasará, que solo es una contractura lumbar (¿lumbar?) y que es normal después de exámenes.



Los días pasan y el dolor no, todo está fuera de control, Vivian, tu novia la está cagando mientras tú estás enfermo, aunque el otro día te dijo “no te dejaría así” y ya sabemos qué quiere decir eso.

Ahora el neurólogo te dijo que era migraña (¿migraña?) y tú no puedes pararte más de dos minutos porque las pastillas son tan fuertes que te hacen sentir mareado. Estás vomitando todo el día porque tu estómago no puede más, las pastillas y la pequeña pero rápida depresión no te dejan comer y ya perdiste 4 kilos (¡bien!.. ¿bien?) pero vamos, ya va a pasar…
Papá llamó después de 3 semanas, dijo “ah yo también tengo migraña” y sí, pero yo no sé qué tengo en realidad.

Evidentemente el dolor pasó a los dos meses (sí, dos meses y felizmente era verano y hacía HARTO sol – para joderte más). Vivian quería ir a todos lados, le daban esas locuras de querer conocer el mundo en dos días diciéndole adiós a todos los que la conocen. Al parecer solo quería decirte adiós a ti, pero le diste pena mientras estabas enfermo.

Ya es el tercer mes, aún no puedes caminar solo porque te puedes caer a los costados, ves el mundo como si vieras un escenario desde 782 cámaras con tomas de dos segundos y con todos los tipos de lentes… obviamente no sabes ni dónde pisar. 

Sales en grupo, por Vivi, pero ella no quiere hacerla de bastón, qué roche, así que le pides a otros amigos que te ayuden a caminar, felizmente, algunos lo hacen muy gustosamente.

Ahora está pasando algo más… ya no puedes entrar a supermercados, tiendas, centros comerciales, restaurantes y otros porque apenas entras no puedes respirar, te tiemblan las piernas, sientes que te pones débil y que te vas a desmayar. Su nombre: síndrome de pánico, ahora necesitas pastillas para el corazón.

El psiquiatra del seguro no te quiere atender porque “solo estás mareado”. Tú piensas “sí doctor, estoy mareado hace 3 meses, vomito, ya perdí 7 kilos, mi novia me va a dejar por otro y nadie quiere curarme, nadie quiere curarme de nada”.

Así que vas al psicólogo y justo ese día tenías audiencia, quiere decir que tuviste que estar a las 7am en el juzgado de Benavides, cogiéndote de la reja porque no podías estar de pie tanto rato pero papá nunca llegó, le dio igual su demanda.
El psicólogo te diagnosticó depresión y tristeza excesiva (además del síndrome de pánico y la ansiedad que ya tenías) dijo que hicieras unos ejercicios, qué va, Vivi ya no te da tiempo para eso, la vas a perder, aunque probablemente te pierdas a ti antes.

Pero ya son 4 meses y no puedes más, sabes que la universidad ya va a empezar y no vas a poder caminar a tus salones así que hoy vas a medicina general, a ver qué dicen, lo mejor que hicieron fue mandarte una tomografía porque por el tiempo, lo más probable era que tuvieras cáncer en el lóbulo temporal. Felizmente el cáncer al cerebro puede matarte rápido, así que para evitarte ese dolor, ahora tú eres yo.


Entré al salón de tomografías, prácticamente me tuve que sacar todo y me moría de frío, me dijeron que necesitaba dos tipos de tomografía para ver si algún tumor había tapado alguna de mis arterias y que me inyectarían una cantidad un poco inusual de yodo.

Debo decir que es lo más horrible y doloroso que me han hecho, el yodo entró por mis venas y me dolió en cada lugar por el que mi sangre pasó en esos (probablemente 30 segundos) 20 minutos y mi cerebro sintió que estaba (ahora lo puedo decir) en fireball… un giro tras otro, me tuve que coger muy fuerte de la camilla porque sentía que iba a salir disparada hacia cualquier lugar.

Ahora a esperar, ya le dije a madre que la tomografía está para el viernes pero mentira, está para el miércoles pero no quiero que nadie sepa nada, ya no quiero que me tengan pena. Igual ya es suficiente con que me vean con mi empleada llevándome por la universidad.

Fui el miércoles sola, estaba preparada para todo, la verdad es que la peor noticia me iba a caer mejor, estaba harta de todo, no podía seguir viviendo así y si bien pensé en yo misma matarme me pareció muy estúpido hacerlo si ya igual me tenía que morir en algún momento.

La doctora dijo que no salió nada en la tomografía (¿QUÉ?) y que probablemente el tumor estuviera muy pequeño en alguna de las capas que no tomó la tomografía y que necesitaba una resonancia. Ahora debo confesar que nunca me la hice y que siempre existirá la duda de: qué fue lo que se escondió en ese examen, pero la verdad es que, o se escondió o simplemente no está y yo ya no quiero saber.

Esta doctora me mandó a un doctor a que “equilibrara” mi oído para que recuperara mi movilidad, cosas de médicos. Y así fue, “neuritis vestibular” que es “lesión inflamatoria del nervio vestibular provocada por un virus. Generalmente es una crisis única, (1-6 días) con mucho mareo y náuseas, que da paso a una sensación de inestabilidad de 2-3 semanas de duración” y según Wikipedia “La recuperación sucede debido a la combinación del control de la infección mediada por el sistema inmune” y ya sabemos que ni tenía bien el sistema inmune por la depresión y que no duró 3 semanas sino 6 meses y precisamente por eso, la resonancia nunca sucederá.

Poco antes de terminar el tratamiento fui a buscar a Vivi, le dije que no me gustaba estar así y que mejor debíamos ser algo menos que novias. La verdad es que yo no estaba completamente curada pero comencé a salir jueves, viernes y sábado… evidentemente para no llorar más a Vivi me sumergí en alcohol, sexo y drogas, literalmente (literalenseriowona).

Aquí viene la parte más importante de esto, mucha gente habla de estrés post traumático pero nadie habla de crecimiento post traumático, que es, el cambio positivo que una persona experimenta como resultado del proceso de lucha para sobrevivir emocionalmente al hecho traumático.

Estuve 6 meses postrada en mi cama casi la mayor parte del día sin saber si me iba a morir rápido o lento, si mi corazón iba a poder soportar el deterioro de los 4 pilares del ser humano: el lado físico (sin moverme), el social (sin ver gente), el mental (totalmente decaído) y el emocional (en la basura gracias a Vivi), y lo hice, superé con éxito la pérdida de todo eso y lo gané todo de nuevo (pero evidentemente, nunca gané nada de papá más que la demanda).

Ahora, este crecimiento se puede dar en 3 tipos, y para no aburrirte, lo diré muy rápido. Se pueden dar cambios en uno mismo, en las experiencias interpersonales y en la filosofía de vida, y te voy a decir algo, yo siento que todos esos cambios no los podría haber logrado de ninguna otra manera que creyéndome muerta por tanto tiempo.

Pasé de escribir cartas de despedida a cartas de amor sincero (L), de llorar todos los días por papá a abrazar todos los días a una persona nueva y sonreírle estuviera yendo como estuviera yendo su día (L), pasé de tener miedo de todo a tenerle pánico a la vida pero eso también fue crecer.

A veces me gustaría decirle a la gente que no tengo miedo, que mas bien, le tengo un pánico increíble a perder a ciertas personas y es que cuando estuve enferma hubo un par de personas que me levantaron y me ayudaron a salir de ahí. 
Sé que cualquier dolor puede tumbar, pero peor que eso es tumbarse uno mismo en una camilla fría a jugar con el destino. 
Sé que nadie confía totalmente como dicen, pero yo sigo aprendiendo a hacerlo. 
Sé mejor que todos, que uno no tiene el mundo en las manos y que un día puede llegar algo o alguien que de la nada nos quita todo lo que tenemos, y que incluso, amenaza con quitarnos a nosotros mismos.
Hoy puedo decir que pensar que me moría no ha sido más divertido que pensar en qué viviré (o viviremos, suena hermoso) mañana, y que felizmente, me creo perfectamente capaz de soportarlo todo.

Aunque a veces no.